Separar al alumnado por nivel

En nuestra última clase hablamos sobre como se desarrolla una clase con diferentes niveles, y de si se debería separar a los que van peor de los que van mejor, con sus ventajas e inconvenientes. También hablamos de cómo dificultan la clase los alumnos que no atienden y sólo molestan, y de si deberían ser apartados. El resultado, tras mucho cavilar por parte de todos, fue concluyente: NO SE DEBE SEPARAR A LOS ALUMNOS QUE VAN PEOR DE LOS QUE VAN MEJOR, ya que así, los que van más avanzados experimentarían una gran mejoría, sin  embargo, los que van peor se verían muy afectados.

Y, personalmente, creo que tampoco deberíamos separar a los alumnos que molestan, sino intentar que no lo hagan, ya que, sino, no aprenderían nada.

Reírse de alguien

Hoy hemos estado hablando de si causa o no satisfacción que no se rían de ti en un tiempo. Mucha gente ha dicho que no, alegando que la gente se ríe por despistes, deslices y tonterías, y no hay por qué sentirse mal si se ríen de ti. Otros han dicho que depende de si cuando se ríen es contigo o de ti, pero nuestra profesora me ha hecho ver que nunca nadie se ríe CONTIGO, sino que se ríen de ti pero a ti no te molesta hasta el punto de que te hace gracia o que simplemente, no te enfada.

«Claro que yo también me pongo en el lugar de una persona de la que la gente se ríe a menudo, y entiendo que si consigues aguantar un tiempo no dándoles la oportunidad a los que se ríen de ti a que se rían , pues es una satisfacción.»

Generalizar

En esta última clase hemos estado hablando sobre generalizar. En mi opinión, generalizar no es correcto, ya que, como ponía en nuestro libro: «No todas las personas que entran en una tienda de licores son alcohólicas». También hemos hablado de la educación, si e correcto decirle a alguien con quien no tienes mucha confianza lo que piensas, rebatiendo su opinión, o si e mejor decirlo para que tu interlocutor se de cuenta de un posible error.

¿ Cuándo te puedes reír de alguien y cuando no?

Eso es lo que hemos discutido en una de las últimas clases. En mi opinión no te puedes reír siempre, sino que depende de lo que te rías y de quién te estés riendo. Cuando no te ríes de algo serio, te puedes reír siempre y cuando a la otra persona no le importe, no le moleste y no se lo tome a mal. En el caso de que alguien se sienta dolido por unas risas, pienso que tendrá la culpa el que se ríe.

La confianza

En estas dos últimas clases hemos estado hablando y comentando sobre un tema muy complicado y delicado, la confianza. Desde mi punto de vista, la confianza depende de las espectativas que tu tengas para con una persona, es decir, que si tu esperas alg0 de alguien y esa persona cumple tus espectativas, empiezas a tener confianza con él o ella, pero también la otra persona esperará algo de ti, y tu tendrás que cumplirlo; y así poco a poco vas ganando confianza con la otra persona.

El pensamiento

Los dos últimos días, a raíz de un pregunta sobre el libro, comenzamos a discutir sobre si el pensamiento es infinito, sobre lo que no podemos pensar, sobre cómo controlamos nuestro pensamiento…

Algunos dijeron que el pensamiento es finito, ya que cuando nos morimos se acaba, otros dijeron que, durante la vida, el pensamiento es infinito. Dijimos que se puede controlar el pensamiento hasta cierto punto porque hay veces que no puedes parar de pensar en algo. Sobre lo que no podemos pensar hubo varias «teorías». Una de ellas fue que no se puede pensar en lo que nuestro pensamiento no llega a entender, otros que no había nada en lo que no se pudiera pensar, y otros dijeron que no se podía pensar en lo inimaginable, que son tres cosas: en el infinito, en lo sobrehumano o sobrenatural, en algo que no se pueda pensar y en la nada.

No podemos pensar en la nada, que es infinita y que no se puede pensar sobre ella porque no es nada, es la ausencia de todo, por tanto, nosotros, que somos «algo», no podemos pensar en algo que no es «nada».

Existe y no existe

¿Por qué dicen en el libro que cuando cerramos los ojos las cosas desaparecen? Ésta fue la pregunta con la que comenzamos la clase de Filosofía esta mañana. La mayoría de la clase dijo enseguida que no, pero hubo un compañero que tenía otra opinión; él decía que no tenían que desaparecer, sino que no podíamos probar que siguieran allí. Yo, personalmente, creo que las cosas no dejan de existir, pero que efectos no materiales como el color y el sonido no está tan claro. Mis compañeros me respondieron que si grabásemos en un lugar donde no hubiese nadie, seguiría habiendo luz y sonido. Pero el caso es que mi argumento se basa en que sin nadie que escuche el sonido o vea el color, no tienen sentido, mientras haya luz y ondas siguen existiendo pero no tienen sentido, por tanto, no cumplen su función y es como si no estuvieran.

Importante e interesante

El otro día estuvimos leyendo unas redacciones de lo que era lo más importante y lo más interesante para nosotros. A nadie le coincidieron, entonces nosotros nos planteamos por qué no coincidían. Se dijo que no coincidían porque son dos conceptos distintos, pero gran parte de la clase coincidía en que no coinciden porque lo más importante para nosotros suelen ser cosas que hacemos o que vemos todos los días, como la familia o las funciones vitales, en otras palabras, que son cosas cotidianas, y que lo que nos suele parecer interesante son cosas que nos gustan y que hemos decidido hacerlas por propia voluntad o cosas que nos parecen raras y queremos saber más sobre ellas.

Más allá de la muerte

Hoy hemos estado hablando sobre si existe algo después de la muerte. Es difícil redactar lo que dijimos, ya que cada uno tiene su propia teoría. Primero la clase se dividió en dos grandes grupos: los que apoyaban la existencia del alma y los que no. Los que no se basaban en que si el alma son los pensamientos, emociones,… cuando mueres ya no sientes ni piensas, por tanto desaparecen y no hay alma. También se basaban en que no la ves ni la sientes.

Por tanto, los que creían en la existencia del alma creían en la vida después de la muerte y los que no, no creían. Aquí diferíamos todos. Algunos decían que no había nada después de la muerte, otros que te vas a un Universo paralelo poblado únicamente por almas, otros que ibas al cielo, otros que ibas al cielo o al infierno dependiendo de cómo has vivido tu vida, otros que tu alma poblaba la de otra persona, es decir, la reencarnación; otros decían que ibas al cielo o al infierno, pero que luego te morías definitivamente,…

Alegamos que las almas tienen que ir a parar a algún sitio, y que no era justo que una persona malvada tuviera el mismo destino que una buena, y de ahí surgió el infierno, para rebatir el fuerte argumento de que no se ha probado a existencia del cielo, dijeron lo del Universo paralelo.

Los que no creían en la vida después de la muerte tenían duros argumentos, y era difícil rebatirlos, pero hemos dejado la conversación en inconcluyente porque no se puede probar, aunque la continuaremos el próximo día.

Venganza

¿La Tierra se venga de nosotros por no tratarla bien? Ésa fue la pregunta con la que comenzamos una de las últimas clases. La respuesta casi unánime fue que no, ya que para vengarse hay que poder pensar, y nosotros no pensamos. Pero, ¿entonces por qué ocurre lo que ocurre? Evidentemente, y como dijimos, todo ocurre porque tiene que ocurrir, ya que todo es debido a algo que se puede explicar científicamente. También hablamos sobre si para vengarse hacía falta pensar, y aunque nuestro compañero Marco estaba convencido de que no, los demás dijimos que si, ya qué eres tú quien decide si tienes que «devolver» lo que te han hecho.

También hablamos sobre algo muy curioso, sobre si la Tierra estaría mejor sin la raza humana. Nadie dijo que no. Eso ya nos da la idea de que hasta unos niños se dan cuenta del daño que le estamos haciendo a la Tierra. Otros dijeron que daría igual, pero no había muchos defensores de esta idea. La mayoría dijimos que clarísimamente sí. Hubo un compañero que dijo que estaría mejor si la cuidáramos más. También hubo un compañero que dijo comprometerse a suicidarse por la Tierra si nos suicidábamos los demás. Concluimos en que somos la «enfermedad» de la Tierra.

¿Cuestión de punto de vista?

El último día estuvimos hablando de los factores que producen que al ver, hacer o decir algo, dos personas reaccionen de maneras diferentes. Todos estuvimos de acuerdo en que dos personas pueden ver en la misma cosa dos cosas diferentes. Esto se demuestra con un simple ejemplo: Podemos ver la misma película y que a mí me parezca muy bestia y a ti muy blanda. Quedamos de acuerdo en que esto se debía a varios factores:

1. La experiencia previa: Si un pastor alemán te mordió, lo veras fiero, si nunca te ha hecho nada, lo verás normal.

2. El aspecto: Si cuando yo veo el perro (objeto) está tranquilo, no pasará nada, y si tu lo ves cuando está fiero, lo verás como una bestia.

3. El punto de vista (perspectiva): Depende desde que punto de vista lo veas, si vas diciendo que son fieros, te parecerán fieros.

4. La educación recibida con respecto a ese objeto: Si te han enseñado a respetar ese objeto, no te dará ni miedo ni simpatía, si no has recibido educación o te has enseñado a ser desafiante, te dará simpatía o miedo.

5. El sitio: Si estás rodeado de gente y hay un toro, no te dará el mismo miedo que si estás solo.

6. El carácter: Si eres simpático, acariciarás al perro y lo verás como una monada, si eres desagradable lo verás como un estorbo y le pegarás, le escupirás y le insultarás.

El poder del cerebro

No pude escribir cosas sobre la última clase porque llegué tarde y, como es lógico, no me dejaron entrar. Pero cuando me entere de lo que hicieron, lo escribiré. En la clase de hoy, hemos estado hablando sobre si un pensamiento puede «ponerte malo», física y psicológicamente. También hablamos sobre si una idea nuestra, puede producir cambios en el exterior sin ser expresada, y de si el cerebro puede «imaginarse» cosas de la nada. Mi postura era que un pensamiento sí que puede ponerte malo de cualquier manera, pero esto se debe al recuerdo de sensaciones y reacciones que hemos tenido al ver, sentir u oír algo. Luego pienso que, con mucho trabajo, se puede conseguir que una idea interior realice cambios en el exterior, pero siempre en objetos inanimados, ya que no tienen su propia energía. Además, creo que el cerebro no puede imaginarse cosas de la nada, así cuando te cuentan una película, no la has visto, pero, con una descripción, puedes unir en tu mente cosas o formas de ser que ya has visto o, mejor dicho, conoces. Por eso si te dicen, iba de un alienígena, nunca has visto uno, pero con la descripción vas cogiendo de aquí y allá que es redondo, azul, viscoso y escurridizo, y muy poco sociable, por ejemplo. Esto es como cuando lees un libro de otra época, nunca has visto cosas que mencionan, pero como las describen, te las imaginas.

Turnos de palabra

En la clase de hoy, debido a una discusión que ha comenzado un compañero, Javier Fernández (ver El block de Javier Fernández), que siempre hace el resumen de la clase anterior, algunos sacamos el tema de por qué él siempre.

Cada uno tuvo su postura, y para solucionarlo unos sugirieron el seguir el método tradicional y respetar el turno de palabra, otros el dar varios resúmenes, otros que se empezase a dar prioridad a los que no han hablado, pero mi postura era la de que quien tuviera el turno se lo cediera voluntariamente al compañero que no ha hablado, como cuando se cede asiento en el autobús. Esto siempre estaría ligado a que el poseedor del turno quisiera, ya que es su derecho.

Por favor, opinen sobre esto, que es un tema que me interesa y en la clase es trascendente.

Frases inversas

El otro día estuvimos hablando, mejor dicho, comentando, sobre los equívocos que se dan al invertir oraciones que comienzan por todos, como por ejemplo, «todos los barcos van por el agua», pero no «todo lo que va por el agua es un barco». Así que cada uno se creó su oración con «todos», la invirtió y creó una historia.

Prioridades

Durante la última clase, a raíz de una pregunta formulada por mi, llegamos al tema de si una cosa que no sea obligatoria hacer es más o menos importante que algo obligatorio. Finalmente, llegamos a la conclusión de que la mayor prioridad que tiene una persona es hacer, acabar, o arreglar algo que le gusta, le inquieta, le entretiene, por muy trivial que parezca desde fuera.